24 de mayo. 19:00h. El color azul y blanco inunda los aledaños del Camp Nou. ¿Los culés se han hermanado con los periquitos para apoyarse en sus respectivas crisis? No, no que va, pero si lo mejor es estar enfadado con el vecino. Varios grupos empiezan a cantar un: “Argentino soy y vos sos la alegría de mi corazón, vos sos mi vida vos sos la pasión…” Además, una conga formada por unos doce jóvenes anima a los seguidores que, poco a poco, se acercan al estadio, siguiendo el ritmo de las bocinas y los cánticos. Cuál feria de promoción de la interculturalidad, varios stands ofrecen choclo, empanadas de ternera, asado al chimichurri… No efectivamente los periquitos no han invadido el santuario culé. Hoy es el día del Catalunya-Argentina, aunque por el ambiente parece que estemos en una jornada de inmersión en la cultura del país sudamericano.
Durante unas dos horas el Camp Nou se transforma en una mini Bombonera. Si algo me llevo del partido amistoso que se jugó entre Catalunya y Argentina es, sin duda, la forma de animar de la hinchada argentina. Ocupando, en su mayoría, los dos goles del campo, no dejaron de botar y saltar en ningún momento del encuentro, e incluso colocaron unas tiras blancas y azules entre la 1ª y la 2ª gradería. Se notó que a la hora de animar a su equipo no diferencian entre partidos amistosos u oficiales. Que envidia.
De catalanes, menos, pero contagiados por los incansables argentinos. El ambiente que se respiraba en esa tarde soleada de sábado fue increíble. Sin embargo, el hecho de que la selección catalana jugará con su equipo B, por así decirlo, deslució la cita. En mi opinión, no sirve de mucho hacer este tipo de amistosos en los que debido a las bajas obligadas de Puyol, Cesc, Capdevila, Xavi…es imposible comprobar el potencial de Catalunya. Además el partido, todo y el esfuerzo, pasa de amistoso a vergonzosa pachanga. Si se organizan este tipo de encuentros se debería buscar otras fechas, porque con el sistema actual solo se contribuye a restar importancia y trascendencia a la cita. Además, contando con un equipo de más nivel se premiaría a la afición y posiblemente se vería un match con más goles. Por otra parte, otros puntos positivos a destacar (dejando a un lado la propia emoción) es el descubrimiento del lateral catalán Bruno Saltor y del delantero argentino Ezequiel Lavezzi. Para mí, los mejores en la tarde del sábado, junto a la ya mencionada hinchada argentina. A mi propósito de asistir a un parido de la liga inglesa he de añadir ahora el de ir a uno de la argentina, no hay duda.
Recuerdo que hace ya un tiempo, probablemente desde que vi el Liverpool-Barça, quedé fascinada por la afición inglesa. Su incansable aliento, su confianza ciega en el equipo, su capacidad para levantarlo en los peores momentos. De hecho, pienso que ver un partido de la premier ya vale la pena sólo por ver a la grada animando. Es un tipo de afición que, todo y que su equipo pierda por uno, dos o incluso tres goles de diferencia, sigue animando y desgañitándose, cantado el You will never walk alone y demás, y ese no rendirse de la afición se contagia al equipo. Infinidad de partidos de la liga inglesa se deciden en los últimos minutos, y ¿por qué? Pues según mi humilde opinión, gran parte de la culpa de las remontadas hay que atribuírsela a la hinchada.
El Camp nou, como la mayoría de campos de la liga española (a excepción de la Catedral o de la Tacita de Cádiz) es otra historia. Es cierto que en grandes citas, tipo un Barça-Madrid o Espanyol, un partido de Champions o encuentros decisivos, sí que el estadio se viste de gala y la afición anima sin descanso. Recientemente, tenemos el Werder Bremen- Barça, en el que el club barcelonista se clasificó para los octavos de final de la competición europea, o el Barça-Manchester (el momento del penalti en contra que chutó, y falló, Ronaldo fue impresionante, indescriptible). Sin embargo, en partidazos como un Barça-Sevilla o un Barça-Villarreal, corres el riesgo de ser engullido si animas. La apatía es prácticamente total, y llega a un punto en el que si empiezas a entonar un “Barça, Barça!” te llegas a sentir estúpida, porque nadie te sigue. Pareces una loca que no sabe donde se ha metido. ¡Ep! Pero cuidado porque incluso hay gente que te mira mal si gritas demasiado. Por favor, estamos en un ¡partido de fútbol! Son momentos en los que las emociones están a flor de piel, en los que el solo hecho de pensar que cien mil gargantas se pueden unir con un mismo propósito te hace vibrar, te pone los pelos de punta. Son momentos para vivirlos, sentirlos y disfrutarlos. Es indignante que en la mayoría de citas en el Camp Nou se oiga más a la hinchada visitante que a la culé. Es cierto que posiblemente el equipo no de últimamente razones para animarlo, pero es que ni en los momentos buenos había una sensación diferente en el estadio.
Aprendamos un poco de las cosas positivas (que negativas también tienen claro) de la afición argentina e inglesa. A pesar de todo, yo continuaré yendo al campo para disfrutar de mi locura mientras un escalofrío recorre mi cuerpo y me quedo anonadada en un estadio, el Camp Nou, que es uno de los más bonitos que existen.
Y larga vida a Gerard!
